¿Cómo lo hacemos?
Según algunos, ya las disciplinas que estudiamos y que se suponen que debemos enseñar no llegan, no interesan, no valen. Más de uno ha firmado el acta de defunción cultural para la Filosofía y para la Ética, con lo que todo eso supone.
Según otros, debemos tener mucho cuidado con lo que decimos, porque no deberíamos adoctrinar al alumnado en XXXXX (póngase aquí lo que sea preciso, dependiendo de la ideología del crítico paralizador).
Hay incluso quien niega que debiéramos haber existido nunca, declarándonos inútiles totales para la educación para un mundo en el que ya nada tiene sentido... ni tiene que tenerlo.
Es más, cuando algunos de nosotros se dedican a buscar nuevos caminos que, de la experiencia de siglos, extraigan capacidades útiles que enseñar y compartir, hay una oposición contradictoria con todo lo anterior que clama que todo eso no es Filosofía, sino simple didáctica, terapia pseudopsicológica o simplemente un timo mediático para recuperar la actualidad y estafar al personal.
Por último, y no es poco, podemos tener serias sospechas de que nuestro papel en el nuevo sistema educativo español va a ser confuso y limitado.
Hay que ponerse las pilas.
Nos vemos en los comentarios.
Prof. Portillo
9 comentarios
Felicidad -
También explica cómo ha cambiado su manera de dar clase con el paso de los años, dice que ahora es mucho más lenta, más paciente e indulgente con los errores de los alumnos.
En el mismo número hay también un artículo de Marina interesante sobre la disciplina y entre las reseñas una de un libro de Onfray y otra de uno de David Carr.
La revista suele estar en las bibliotecas de los centros y también en las públicas y si no le mando fotocopias a quien quiera, menos a Samuel que me gusta chincharle.
Luis -
Profesor Portillo -
El curso que viene estaré en mi instituto dándole clase al alumnado de la ESO y los bachilleratos. Todo lo que he escrito en este post y sus comentarios lo escribo desde la ilusión de este regreso al aula. En los cursos que he estado fuera he observado la evolución del alumnado, el profesorado y la sociedad. He trabajado en varios programas educativos creados por el profesorado de los centros, he hablado con cientos de compañeros y compañeras de distintas materias... también he visto en ocasiones al alumnado en los centros, no sólo de lejos, y he escuchado cómo ha cambiado... He visto que en los centros donde el profesorado se pone de acuerdo y se pone en marcha la situación mejora, y que en los centros donde el profesorado se inhibe o se deja vencer por las circunstancias la situación empeora. En cada caso, en cada centro, el profesorado tendrá que ver lo que hay que hacer (y lo que se puede hacer, tampoco hay que pretenderlo todo y quemarse porque no se ha conseguido).
Lo que es indudable es que hay que hacer algo, que todos debemos hacer algo para mejorar o, al menos, no empeorar.
¿Por qué no usar las capacidades de la Filosofía y ser, por una vez, como Tales cuando, como dice Aristóteles, previó que iba a haber una abundante cosecha de aceitunas y alquiló todos los molinos de aceite...?
Profesor Portillo -
Hasta que no leamos los reales decretos que desarrollen los contenidos mínimos de las distintas materias que, se supone, vamos a impartir, no podremos hacernos una idea clara de la situación en que quedará la enseñanza de la Filosofía y la Ética.
Estamos cometiendo el error de no reivindicar opciones interesantes para estas materias, de no entregar proyectos curriculares interesantes, ricos, críticos... y de no salir a la calle para defender esos proyectos. Sin esta presión, se diseñará (si no está ya totalmente diseñado) algo en una línea que no entenderemos o nos resultará difícil hacer nuestra.
Pero aún no es tarde del todo. Recordemos cómo en cada época, en el aula, en los departamentos, profesoras y profesores han ido reconstruyendo el sentido del currículo oficial y desarrollándolo hacia valores críticos, hacia la autonomía personal, hacia el pensamiento libre...
¡No dejemos de hacerlo aduciendo cansancio o imposibilidad!
Profesor Portillo -
¿He escrito yo eso? Parece que sí. Personalmente, nunca me he fiado mucho de los asesores/orientadores/consejeros filosóficos, con honrosas excepciones que no voy a citar aquí para no faltar a nadie. Pero no me fío por el mismo motivo que no me fío de psiquiatras y psicólogos... por el ejercicio de un peculiar poder sobre el paciente/consultante/orientado/asesorado que realizan.
Pero esta desconfianza del campo de la orientación filosófica como práctica cercana a la terapia no debería cegarnos sobre dos cuestiones:
- el campo de las prácticas filosóficas es mucho más amplio y está lleno de actividades con un marcado valor didáctico (Filosofía para Niños, talleres filosóficos, diálogos neosocráticos, cafés filosóficos, análisis de dilemas éticos...)
- las técnicas de autoanálisis promovidas desde la orientación filosófica pueden ser útiles en la escuela para trabajar el pensamiento crítico, la toma de decisiones, etc. (no hablo de hacer ningún tipo de terapia filosófica al alumnado, sino de proporcionar elementos metodológicos de análisis crítico de situaciones y procesos en la historia personal o grupal).
Creo que no es un campo "obligatorio", pero tiene muchos elementos aprovechables para la educación. ¿Por qué desperdiciarlos?
Profesor Portillo -
Pero todo tiene sentido, a veces más de un sentido, y es importante valorar este sentido o estos sentidos, es importante discutir estos sentidos, plantear críticamente lo que vale o no vale, lo que nos vale o no nos vale...
Habría que volver a preguntarse a quién le interesa que la sociedad abandone la conciencia del sentido y el valor de las cosas, no ya de un sentido único e indiscutible, sino de los sentidos que las cosas tienen para unos y otros, la visión crítica de por qué ocurren las cosas, por qué son como parecen ser...
Habría que volver a la Filosofía.
Profesor Portillo -
Claro que, entre las XXXXX que se nos prohíben, sospechosamente abundan expresiones descalificadoras de Derechos Humanos que hace ya más de medio siglo fueron internacionalmente reconocidos (como el derecho a no ser discriminado por ser diferente, o discriminada por ser mujer), el ejercicio de la participación activa en la sociedad a través de las instituciones políticas o por medio de las organizaciones ciudadanas, el activismo y la reivindicación de los derechos que consideremos universalizables, etc. Curiosamente nos prohiben que adoctrinemos en Democracia y Derechos Humanos... pero, ¿es posible adoctrinar en estas cosas? Más bien podemos, y debemos, colaborar en la dura tarea de que nuestro alumnado adquiera un pensamiento autónomo y crítico, y una disposición a la acción social y política como medios de la promoción y defensa de la Democracia y los Derechos Humanos.
¡Que no nos fiemos de lo que pueda diseñar el gobierno para el currículo de esas nuevas materias que aparecen en la LOE no significa que debamos abandonar la crítica, la Democracia y los Derechos Humanos.
Profesor Portillo -
Recordemos, por un momento, el diagnóstico habermasiano de la privatización de lo ético y la profesionalización de lo político en el Estado liberal: ¿no van por ahí los tiros?
Si prohibimos al pensamiento crítico por excelencia hablar en público y acceder a lo privado, ¿no será porque no queremos crítica en ninguno de los dos ámbitos?
Y, ¿cuáles serán las consecuencias de la desaparición de todo criterio de discusión y valoración crítica en lo público y lo privado? ¿A quién interesa esto y para qué?
Profesor Portillo -
Cuando esto lo dicen personas ajenas a nuestra profesión de profesoras y profesores de Filosofía y Ética, no me preocupa mucho. Pero creo que debía preocuparnos cuando lo dicen nuestros alumnos y alumnas. El otro día escribí un post en el cual hablaba de una chica suficientemente inteligente como para valorar la Ética y la Introducción a la Filosofía de BUP por sus planteamientos críticos y porque allí "enseñaban a pensar y razonar" que colocaba la Historia de la Filosofía entre las "inutilidades que nos hacen estudiar".
Aun partiendo de que la Historia de la Filosofía no es inútil, de que potencia el pensamiento crítico, plantea una gran diversidad de argumentos, etc. deberíamos escuchar atentamente cuando nuestro alumnado nos cuenta que no les llega...
... ¡y buscar una solución!
(¿Tal vez deberíamos analizar cómo impartimos esa materia?, ¿buscar modos alternativos?)