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DIDÁCTICA de la FILOSOFÍA

Filosofía y Ciudadanía: un mal diseño

Filosofía y Ciudadanía: un mal diseño

El día de 6 de noviembre ha salido publicado en el B.O.E. el Real Decreto que fija las enseñanzas mínimas del nuevo bachillerato. Entre esas enseñanzas se encuentran las dos materias de nuestra especialidad: "Filosofía y Ciudadanía" e "Historia de la Filosofía". Voy a ocuparme brevemente de la primera.

Había cierta expectación entre los profesores de filosofía que damos clase en bachillerato por ver cómo quedaba definitivamente el diseño de "Filosofía y Ciudadanía". Sabíamos que el título no respondía a una categorización disciplinar sino a una negociación política, la que hubo en su momento entre el actual gobierno y la federación de sociedades de filosofía, amén de algunas instituciones académicas. Se trata de un título redundante. No hay filosofía por un lado y ciudadanía por otro, ya que la ciudadanía (el hecho de ser ciudadano y no súbdito) surgió dentro de una mentalidad y cultura filosóficas. "No hay ciudadanía sin filosofía" decíamos entonces. Quedaba por ver si el título de la materia se mejoraba con una organización coherente de los contenidos, o si esa redundancia del título se trasladaba también a los contenidos. Esto último es lo que ha sucedido.

Dejando de lado el núcleo de contenidos comunes, que son contenidos procedimentales, los cuatro núcleos restantes se dividen absurdamente, dos a dos, entre "Filosofía" y "Ciudadanía". Los seis núcleos de la actual Filosofía I (cinco en la Comunidad Autónoma de Andalucía) quedan reducidos a dos: "el saber filosófico" y "el ser humano: persona y sociedad". Desaparecen los núcleos "el conocimiento" y "la realidad". Asimismo parte de los núcleos "la acción" y "la sociedad" se integran en el segundo bloque de "Ciudadanía". Puestos a elegir se podría haber escogido un núcleo más significativo que "el saber filosófico", que se convierte en un cajón de sastre, en el que se puede hablar de todo, de la racionalidad teórica y de la racionalidad práctica. En el segundo núcleo se intenta integrar de manera forzada y desordenada todos los demás temas eliminados, a excepción de la metafísica, bajo un enfoque antropológico. Es un núcleo imposible de enseñar tal como está organizado.

Los dos núcleos dedicados a la "Ciudadanía" son excesivos. El primero de ellos "Filosofía moral y política" es una transición frustrada de la "Filosofía" a la "Ciudadanía". No podía ser otra cosa, porque no hay tal transición. Allí se combinan cuestiones éticas con cuestiones "ciudadanas". No se entiende muy bien eso de "la construcción filosófica de la ciudadanía". ¿Es que hay otra construcción que no sea filosófica? No quiero ni pensarlo, porque de haberla no sería educación sino manipulación de la ciudadanía. El segundo "Democracia y ciudadanía" es pura y simplemente filosofía política.

Puestos a hacer un diseño coherente se podían haber establecido tres núcleos "filosóficos": uno sobre el "ser humano", otro sobre el "conocimiento y la realidad" y el tercero sobre la "acción moral y social", dejando la "ciudadanía" para un cuarto núcleo, constituido por la "filosofía política". No se ha querido hacer. Si queremos enseñar esta materia a nuestros alumnos, tendremos que hacerlo a pesar del diseño.

Antonio de Lara.

2 comentarios

Luis -

Qué razón tienes, Antonio. De ser como tú dices hubiera sido mucho mejor. vaya papel el de las asociaciones!

José Biedma -

No comprendo cómo se puede pedir a los alumnos que realicen argumentaciones correctas si no se averigua primero en qué consiste eso de la corrección (o sea, la validez y la verdad) en las argumentaciones. La gran víctima de este moralismo político, de este retoricismo pseudohumanista de los derechos y las obligaciones, es la Lógica, y por supuesto la Onto-logía. Sin olvidarnos de la reflexión sobre los sentimientos y la filosofía de la mente (la psicología racional, tan necesaria sobre todo para los psicólogos). También, obviamente, y no es poco, desaparecerán del programa de Filosofía de primero de bachillerato la filosofía del lenguaje y la crítica de la publicidad y la propaganda política. Ahí está la clave. Aterra la posibilidad misma de una mirada que contemple lo político desde fuera, la norma desde la idea del bien.
Está claro que Gorgias ha dado el golpe de mano definitivo y ha tomado la Academia, convertida en una escuela más de Isócrates. Sólo falta ya un decreto de idoneidad que habilite a los nuevos comisarios del absolutismo tolerante (relativismo sofístico) y nombre obsoletos a los filósofos profesionales. Por el momento, han transigido con el nombre "Filosofía", debido a la presión de las Asociaciones profesionales de filósofos -sobre todas la AAFi- pero el nombre que a ellos les gusta es "Ciudadanía". La ciudad que ellos controlan debe fagocitarse todo. A los que amamos el aire puro del monte o nos alimentamos con los frutos de los territorios limítrofes de la ciudad, o miramos la ciudad desde el fondo de su suciedad o desde aquellas alturas, ¡que nos zurzan! Quienes saben lo que sucedió en Atenas sabrán también lo que pasa hoy. La cultura clásica, el arte civilizatorio de la ciencia, la filosofía y el teatro, están siendo engullidos por la publicidad y la propaganda política. El lenguaje de la verdad, por el leguleyismo políticamente correcto.