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DIDÁCTICA de la FILOSOFÍA

Podría parecer increible, pero es cierto.

Podría parecer increible, pero es cierto. El otro día, una niña de cinco años me preguntó que de dónde salía el primer hombre, que quién lo había hecho, porque si un hombre viene de sus padres, y sus padres de otros y así... alguna vez tendría que haber un primer hombre y de algún sitio tenía que venir.
Me olió raro, claro, es emocionante escuchar un remedo de vía tomista en una niña de cinco años, aunque huela a que se lo haya contado la maestra en el cole. Pero lo que de verdad me pareció interesante es que, tanto si llegó a la pregunta ella sola (a partir de distintas cosas que le hubieran contado en distintos momentos) como si llegó guiada por un relato concreto de su maestra, aquello se había convertido en un problema tan interesante para ella como para preguntármelo y querer hablar de ello.
No desperdicié la oportunidad y hablamos, le conté que no tenía por qué haber un primer hombre que saliera de la nada o hiciera nadie, que igual que los padres y los hijos no son exactamente iguales, los hombres y las mujeres podíamos venir de otros animales que no fueran humanos y poco a poco hubieran ido teniendo hijos cada vez más humanos.
Se puso muy contenta. "Sí", me dijo, "es como en el programa ese de la tele en el que salía un mono que se iba convirtiendo poco a poco en hombre..." (es bueno saber que la tele puede servir para algo..., la niña se refería a "Érase una vez el hombre", una serie de dibujos animados muy educativa).
A partir de ahí estuvimos hablando, los dos, y aproveché para contarle que los monos que salían en los dibujos no eran los que conocemos ahora, que esos también tendrían sus antepasados algo diferentes... La niña repetía algunas cosas que yo decía, me preguntaba otras...

¡Que nadie me vuelva a decir que los niños o los adolescentes no pueden tener interés por la Filosofía!

Carlos

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