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DIDÁCTICA de la FILOSOFÍA

Hay que hacer ver al Consejo de Estado nuestro rechazo al Anteproyecto de la LOE para defender a la Filosofía

Hay que hacer ver al Consejo de Estado nuestro rechazo al Anteproyecto de la LOE para defender a la Filosofía Ana Rosa M. E., Miguel Santa Olalla y José Luis L. nos proponen en Sí a la Filosofía que enviemos correos electrónicos al Consejo de Estado para hacer valer nuestra posición sobre el nuevo Anteproyecto de la LOE que, parece ser, le ha remitido el día 1 de julio el MEC. Según la agencia EFE, fuentes gubernamentales han explicado que el nuevo documento tiene variaciones respecto al borrador legislativo presentado inicialmente, pero éstas no modifican el sentido de la norma.

El Consejo de Estado tiene que emitir un informe sobre el documento enviado por el MEC, pero este informe no es vinculante, y son muchas las posibilidades de que el Ministerio tenga listo el proyecto legislativo a finales de julio para enviarlo al Congreso.

Las consultas al Consejo de Estado se reciben en la sección a la que correspondan, que elabora el proyecto de dictamen, el cual se somete a la aprobación de la Comisión Permanente y, en su caso, del Pleno. Por regla general, las sesiones no son públicas, salvo las de carácter ceremonial.

Los dictámenes aprobados se remiten a la autoridad consultante (en este caso el MEC), quien al resolver ha de hacer constar si es de acuerdo con el dictamen u "oido el Consejo de Estado", fórmula tradicional que se utiliza para disentir del parecer del Consejo.

Tanto el Pleno como la Comisión Permanente pueden elevar al Gobierno las propuestas o "mociones" que juzguen oportunas acerca de cualquier asunto que les sugiera la experiencia.

Por eso es muy conveniente realizar un envío de correos electrónicos (y de los otros, si se quiere) al Consejo de Estado, para mostrar que estamos en desacuerdo con el documento y con la poca claridad del procedimiento.

Ana Rosa, Miguel y José Luis nos proponen un modelo de carta para enviar:

Estimados señores y señoras:

Les escribía para transmitirles mi preocupación por el anteproyecto de la Ley Orgánica de Educación, que en este mes ha llegado a su Consejo. Son varios los motivos que han desatado esta inquietud, y quisiera exponerlos de un modo ordenado:

1) En primer lugar se trata de una ley redactada con prisas. En menos de un año, el Ministerio se ha limitado a abrir un foro en Internet para “escuchar” las opiniones de quienes por allí han pasado. Faltan reuniones con diferentes asociaciones académicas (entre ellas las filosóficas…) y con más organismos directamente implicados en la educación. Todo el mundo sabe que no es bueno para un país estar cambiando de leyes educativas cada poco tiempo. Una ley educativa escrita con prisas, es una ley que tarde o temprano será modificada. La necesidad de un pacto de estado para la educación es un clamor en el mundo educativo, y sin embargo la clase política parece empeñada a seguir confundiendo a la sociedad.

2) En segundo lugar, introduce (en las condiciones señaladas) importantes y trascendentales cambios. Entre ellos, por ser especialmente significativos para el gremio de profesores de filosofía, la introducción de la polémica y debatida Educación para la Ciudadanía. No se trata de que el profesorado de filosofía esté en contra de esta asignatura, sino de que la misma sea implantada sin ningún tipo de consulta o diálogo, de un modo unilateral. No son pocos los profesores que piensan que se deben potenciar los contenidos de filosofía moral y filosofía política, pero manteniendo siempre una perspectiva filosófica. Características como la reflexión y el pensamiento crítico con que este tipo de temas son enfocados en filosofía, son necesarias para su enseñanza. Sin embargo, parece que la asignatura se quiere imponer atendiendo a criterios jurídicos y políticos que no pueden más que alamar no sólo a profesores, sino también a la sociedad civil misma, si ésta fuera consciente de la reforma que se quiere introducir.
No es válido a este respecto el argumento esgrimido por el Ministerio, diciendo que en Francia o en Alemania existen este tipo de asignaturas. También se dijo en su día que la LOGSE estaba implanta en Europa, y, aunque introdujo mejoras, ha terminado suponiendo un grave empeoramiento de la educación de nuestra sociedad. Por otro lado, si Europa apuesta por la ciudadanía, deberíamos escuchar también a la UNESCO, cuyos pronunciamientos a favor de la filosofía pueden consultarse en varias páginas de Internet. No estamos en contra de la ciudadanía, sino a favor de tratarla desde la filosofía, y sin condenar por ello al olvido otros temas filosóficos, como puedan ser la teoría del conocimiento, la estética o la metafísica.

3) Nace, además, una nueva asignatura obligatoria, creada también con la máxima precipitación: Ciencias para el mundo contemporáneo. Con el argumento de que los alumnos de humanidades y sociales tienen que tener unos conocimientos científicos esenciales, se crea esta nueva materia, cuando en muchos institutos los departamentos de filosofía vienen impartiendo desde hace años una asignatura como Ciencia, tecnología y sociedad: contenidos científicos, sí, pero desde un punto de vista filosófico. Algo para lo que los licenciados en filosofía están sobradamente preparados si consideramos el peso específico que la filosofía de la ciencia tiene dentro de los estudios de licenciatura. Parece claro que si esta asignatura se crea dejando de lado el aspecto filosófico, será para los alumnos de humanidades un mero trámite: memorización de teorías sin cuestionamiento, sin crítica, sin un inevitable “pensar” sobre la ciencia y la tecnología dentro de la sociedad, que es precisamente lo que se ha venido enseñando en Ciencia, Tecnología y Sociedad.

En definitiva, contenidos que se solapan, asignaturas nuevas (educación para la ciudadanía y ciencias para el mundo contemporáneo) que “reinventan” contenidos que ya se explican (ética y Ciencia, Tecnología y Sociedad) contenidos que se repiten y falta de organización. Esta es la sensación que tenemos muchos profesores ante el borrador de la nueva ley. Por si fuera poco, desde hace más de diez días se está hablando del borrador de una ley que el Ministerio aún no ha colgado en su página web, es decir, un nuevo borrador que no está a disposición de los ciudadanos. ¿Son éstas las mejores formas de redactar una ley, particularmente de una ley que afecta a algo tan importante como la educación? Creo que los motivos expuestos deberían llevarles a la reflexión ante el nuevo borrador, y por qué no, plantearse el emitir un informe negativo, o al menos formular mociones relacionadas con lo antes expuesto, y con el resto de mensajes relativos a otros problemas relacionados con esta ley, que a buen seguro les estarán llegando a sus correos. Agradeciéndoles su atención y el tiempo prestado, se despide con un cordial saludo

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Vamos a animarnos, que corre prisa. No hace falta copiar la carta literalmente si a uno no le gusta. De hecho, estaría muy bien que recibieran muchas cartas distintas defendiendo a la Filosofía...

Este es un trabajo para hacer uno a uno, no podemos descansar en que ya las asociaciones lo harán. El número cuenta y la fecha también.

No nos olvidemos: ellos (el MEC, el Consejo de Estado, etc.) no están de vacaciones.

Carlos P

1 comentario

Antonio de Lara -

Me parece que el texto de Miguel Santa Olalla es un buen documento base, que, si se personaliza, resulta más efectivo. Por mi parte le voy a añadir la opacidad del gobierno al no hacer público el nuevo borrador del Anteproyecto, lo que hace imposible la presentación de enmiendas obligándonos a expresar sólo nuestras opiniones. En su momento mandé cuatro enmiendas al antiguo borrador, dos sobre "Educación para la ciudadanía", una sobre el carácter común de la Filosofía en el bachillerato y otra pidiendo un tercer curso de bachillerato, a costa de un curso de la ESO, que, la verdad, no sirve para nada.

Un saludo.