Blogia
DIDÁCTICA de la FILOSOFÍA

LO QUE YO DESEO PARA MIS CLASES: LAS QUE DOY Y LAS QUE RECIBO (II)

2) El programa SAT-Educa y la Educación Integral de Claudio Naranjo.

Claudio Naranjo es un psiquiatra chileno, discípulo de Fritz Perl (psicoanalista heterodoxo que desarrolló la terapia gestalt), que ha reunido y desarrollado diversas técnicas: gestalt, psicodrama, terapias de grupo, meditación, trabajos de conciencia corporal, etc… en un programa denominado SAT: “un currículo no tradicional, vivencial e interdisciplinario para la formación de gestaltistas”, y, más recientemente, SAT-Educa, aplicado a la formación y transformación de maestros, profesores, orientadores…

Con la difusión de este programa intenta producir un transvase de la tecnología de la psicoterapia a la educación, recuperar la práctica de técnicas de meditación y contemplación desarrolladas por tradiciones espirituales y de sabiduría, y desbloquear la espontaneidad (instintividad) y la emocionalidad del predominio –abuso- de la razón, entendida como “racionalización”, tanto en el individuo como en la sociedad. Y de esta manera propiciar un cambio esencial en el sistema educativo (Cómo cambiar la educación para cambiar el mundo) y, por ende, un cambio global.


El ser humano es educado en general en un déficit amoroso, lo que nos vuelve o muy racionales o muy emocionales. En las programaciones nos conformamos con hablar de educación en valores, o inteligencia emocional, tal vez empatía o solidaridad, pero el amor como tal no es una prioridad. Hay un tabú al amor no sólo en la educación sino en la ciencia en general. El amor es traicionado a cada paso y desde el principio. Así -nos recuerda Naranjo- cómo para el lactante, el valor de la leche materna no es tanto el valor nutriente –que es inferior a otras leches- como el contacto pecho con pecho, corazón a corazón, con la madre.

Se trata de potenciar una armonía entre nuestra parte instintiva y espontánea, nuestra parte emocional y nuestra parte racional. Es decir, lo que la psicología hace con los pacientes debería hacerlo también la educación, si lo que queremos es conseguir un educar para ser y no un mero –aunque útil- educar para hacer. Realmente no basta una educación en valores o emocional, o para la ciudadanía, sino que se trata de aprender y enseñar una auténtica pelea contra el ego, contra los demonios internos, sobre las propias pasiones. Hace falta un trabajo personal, interior, sobre la personalidad, sobre el ego. Y esto que antes lo ofrecía de forma universal la religión y que ahora ofrece parcialmente y previo pago la psicoterapia, es de desear que se generalice. Si no queremos que las pasiones que nos hacen “errar el tiro” de la acción y del entendimiento nos hagan errar –y amplificados estos errores- la sociedad en general, se equivoque. Son unas viejas y conocidas pasiones: orgullo, ira, vanidad, avaricia, envidia…

Es preciso por tanto rehacer el “camino interior” ayudados por el saber acumulado en las grandes tradiciones religiosas y de sabiduría, venciendo –también- el tabú a lo espiritual. Es un camino en el que se trata de descubrir la propia potencia sanadora de la mente. La Educación Integrativa (basada en la Psicoterapia Integrativa) –como herramienta para recorrer este camino- tiene una dimensión dionisíaca: en la que se trata de renunciar al control de nuestra “mente pequeña” sobre la totalidad que somos, y esto es un proceso intrínsecamente espiritual. Santificar al loco que llevamos dentro.
Y una dimensión apolínea, complemetaria de la dionísiaca. Apolo, el dios capaz de matar monstruos con la saeta de la conciencia, dios del autoconocimiento transformador capaz de ver con claridad las pasiones y transcenderla, capaz de “conocerle el nombre al demonio”.

Frente a la neurosis que intenta rellenar el vacío, o nuestra ansia metafísica, a cualquier precio, se trata de aprender a sentirse, a tornarse consciente de la propia existencia, puesto que la mente no se satisface nunca sino con algo que la excede (Buenaventura). Luego la plenitud de ser es una plenitud espiritual, es decir un despertar del espíritu más allá del pensamiento e incluso de la emoción. El budismo denomina a este estado “vacío”, aunque cada tradición le ha dado un nombre distinto.


Estos son métodos y técnicas de la “mano izquierda”, que son aceptados con dificultad por los filósofos de racionalidad más “científica”. No obstante, tengo la convicción personal, basada en mi propia experiencia del programa SAT-Educa, del valor de estas prácticas transformadoras de uno mismo, transformadoras de la relación con los demás, por ejemplo, estudiantes y compañeros, y en último término transformadoras del proceso educativo.

¿Cómo han influido estas prácticas terapéuticas en mí mismo y en mi práctica docente? Es difícil determinarlo. Uno aprende, por ejemplo, a llorar y a reír con espontaneidad, a mirar/se con ternura, a distinguir entre deseos y caprichos, a convivir con los puntos “débiles” de la personalidad. Y con los demás: está más preparado para aceptar las críticas, escucha con más atención, se siente más próximo. Hay más fragilidad y más fortaleza. El resultado de las terapias es paradójico. Y más que un resultado es una actividad permanente que requiere ser renovada.

¿Me hace más feliz, más consciente, más comprometido, más profesional...? Es difícil decirlo. Pero cuando se trabaja con las emociones, se empieza a descubrir un nivel de realidad “invisible”, pero lleno de fuerza y dinamismo. El deseo humano buscando su expresión lo mejor que puede, sabe o le permiten. Llenar de conciencia esta realidad de sombras para ir desde respuestas circulares y adictivas a una conducta un poco más libre y creativa, es una labor de educación.

(Naranjo, C. Cosas que vengo diciendo: sobre el amor, la conciencia, lo terapéutico y la solución al problema del mundo, Ed. Kier, Buenos Aires, 2005, 136 pp.)

Antonio Pino

3 comentarios

carmen -

Me gusta lo que dices, Antonio. Me parece importante estar en la escuela con el cuerpo y el corazón. Preguntamos constantemente a nuestros alumnos y alumnas por su vida, pero no decimos nada de la nuestra, de cómo vivimos, de cómo estamos, de cómo sentimos...

PacoP. -

A Perl se le nota que viene del teatro... a Naranjo también se le nota de donde viene. No sé que pensar de la Gestalt. No te olvides, p.e, de Bucay...

Profesor Portillo -

Antonio, perdona, pero a mí no me da mucha confianza el programa SAT. Conozco demasiada gente que usa algunos elementos (como los eneagramas) como etiquetas desde las que clasificar a todo el mundo, etiquetas cuyo conocimiento se convierte en un elemento de superioridad frente al desconocimiento de los demás. Esto, claro, es una actitud personal de algunas personas que se han formado en el programa y no tendría por qué afectar a nuestra consideración del mismo. Pero lo que más me preocupa es la idea de ese uso de un número limitado y poco flexible de etiquetas numerológicas y de las fuentes de las que se ha extraído esta clasificación. A esto se une su dudoso origen y su estructura de negocio. Basten de ejemplo algunos enlaces:
http://fritzgestalt.com/enea03.htm
http://www.corazones.org/apologetica/practicas/eneagrama.htm
http://www.oshogulaab.com/GURDJIEFF/TEXTOS/ENEAGRAMA1.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Eneagrama
http://www.angelfire.com/al/eneagrama/menueneagrama.html
http://www.fvinculo.org.ar/eneagrama.htm
http://www.revistafacultades.com.ar/dispatch.php?action=nota&id=185
http://www.mailxmail.com/curso/vida/personalidadeneagrama/capitulo2.htm
http://www.lugardeluz.com.ar/eneagrama.htm
http://www.idhi.org.br/idhi/scripts/home.asp

Algunos de estos problemas han sido vistos por los mismos "seguidores" del eneagrama:
http://www.personarte.com/problema_tipificacion.htm

Bueno, ya nos dirás más cosas y si ando muy confundido o si hay respuestas a estas preocupaciones.