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DIDÁCTICA de la FILOSOFÍA

LO QUE YO DESEO... (III)

3) Las prácticas filosóficas: la contemplatio de Ran Lahav

El trabajo terapéutico y emocional es necesario pero no suficiente. Las prácticas filosóficas vienen a completar ese trabajo. Pueden ser considerados métodos y prácticas de racionalidad respetuosa y armónica con las dimensiones emocional e instintiva. La reunión de ambos tipos de prácticas puede constituir una filosofía integradora.

En el 8º Congreso Internacional de Filosofía Práctica (Sevilla, abril 2006), Ran Lahav propuso una práctica de filosofía contemplativa. El taller significó para mí una experiencia intermedia entre una dinámica terapéutica y un seminario de filosofía. Un ajustado punto medio donde al no imponerse una facultad (imaginación, emoción, juicio) sobre otra, todas pueden interactuar. El ejercicio se plantea como una apertura de los esquemas y límites del propio pensamiento: “me permito pensar-sentir-intuir…” con libertad, desde “cero”, alejado de mis preocupaciones momentáneas. Un texto sugerente es utilizado para ese viaje interior.

Recuperar la lectura en voz alta, y la escucha, de un texto filosófico puede ser interesante para las clases. Esta lectura debe ser precedida por un estado de ánimo receptivo y tranquilo por parte de los oyentes. El texto es un punto de partida: ¿Hacia dónde nos conduce? ¿Qué he sentido, pensado, imaginado? ¿En qué estrato de mi conciencia me encuentro? Es un ejercicio de resonancia compartida.

Porque la filosofía no convence sólo por asentimiento lógico sino por un cambio en la forma comprender la realidad es por lo que hay maravillosos tesoros filosóficos que aun habiendo sido refutados, conservan su valor.

Esta filosofía es contemplativa porque me requiere a escuchar la vida y a responder desde la profundidad interna, desde un entendimiento profundo que es previo a la separación razón/emoción/acto. Es una llamada a la persona a trascender el nivel de lo cotidiano. No se trata de teorizar sino de encarar práctica y directamente aspectos de la realidad.

¿Qué textos filosóficos pueden servir para una lectura inmediata en el aula que sean capaz de despertar, sugerir ideas e imágenes transformadoras?

¿Qué ejercicios previos pueden poner en disposición para dejarse afectar por la escucha de un texto filosófico?

Antonio Pino

4 comentarios

antonio -

Gracias, una vez más por atender mi pregunta Prof. Portillo. Lahav habló de un texto de Bergson sobre el acto libre comparado con una corriente de agua. Lo buscaré. No vemos más arriba.

Profesor Portillo -

Depende de lo que desees sugerir, claro. Se me ocurre ahora uno de Nietzsche sobre la alegría y contra el estatismo filosófico, no lo recuerdo como agresivo, sino como un texto positivo, (la referncia la puedo buscar, es del Zaratustra).Hay fragmentos de Platón que podrían dar la talla (el mito del carro alado en el Fedro, el ascenso a la belleza en el Banquete, algún fragmento de la Apología). También podría ser algo de Epicuro (Máximas Capitales, o epístola a Meneceo), algún fragmento de las cartas de Séneca...Hay cosas estupendas de Sartre, de Simone de Beauvoir...
Habrá que sentarse al lado de la biblioteca y ponerse a mirar....

antonio -

Es cierto, estas prácticas deben ser explicadas con cuidado, usadas con moderación, y aplicadas en el momento propicio (la 1ª hora de la mañana es estupenda...)

Gracias por describir detalles, Prof. Portillo.

¿Y algún texto "filosófico-sugerente"..?

Profesor Portillo -

Difícil y atractivo. La filosofía contemplativa (no le llames así el primer día, que se pondrán nerviosos y algún gracioso parodiará a un monje tibetano), la recepción de un texto sugerente que hable no sólo a la razón, sino también al hígado, al corazón, a los nervios... es todo un desafío para el aula.
¿Cómo crear el estado adecuado? Tal vez mediante ejercicios de relajación y focalización que requieran primero una pequeña actividad física (para que no se pongan nerviosos con el intento de relajación "en seco", ya sabes, la dificultad de soportar el silencio en nuestra cultura), para luego pasar a una introducción pausada al texto (tono de voz suave y estable, pero aún dando información). Después del movimiento y el sonido, una breve explicación previa de cualquier dificultad léxica del texto (para no estropear la audición) y para terminar la preparación un momento de silencio en el que sólo se oiga una música suave que debe sonar desde el principio de la clase como un fondo de continuidad.
Entonces, pausada y nítidamente, despacio y cuidadosamente, se lee el texto.
Esto es una improvisación, recordando actividades similares que hicieron con nosotros en cursos recibidos... Tal vez por ese camino...