UN FILÓSOFO PRÁCTICO
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Cayo Musonio Rufo, de la clase de los caballeros, natural de Bolsena, hijo de Musonio Capitón, filósofo.
Poco sabemos de su vida. Nació antes del año 30. Gobernando Nerón, año 60, fue desterrado como participante en la conjura de Pisón. Estuvo un lustro en las provincias orientales. De nuevo en la urbe, su segundo destierro fue inmediato y tuvo lugar a Gíaros, una isla sin agua donde Musonio descubrió una fuente. Volvió a Roma, llamado por Galba, en el 68.
Vespasiano ad portas, fue embajador de Vitelio ante sus tropas y, mezclándose con los manípulos, pronunció un discurso en defensa de la paz delante de hombres armados que estuvieron a punto de pisotearlo, según Tácito. Algo vería en él, no obstante, el césar Vespasiano, porque lo exceptuó de la expulsión de los filósofos decretada el año 71. Poco tiempo después, lo desterró. Volvió de nuevo a Roma llamado por Tito, con quien estaba unido en relaciones de amistad.
No tenemos más datos sobre Rufo. Ni siquiera sabemos la fecha de su muerte. Una carta de Plinio, de los años 101-102, se refiere a Musonio como si no viviera.
Igual a Sócrates, las noticias antiguas afirman que no escribió nada. Como él, Musonio Rufo fue un hombre perseguido. Multidesterrado, sin embargo, consiguió que respetaran su pellejo. Condenado al desierto, encontró una fuente. Caído en desgracia tres veces, otras tantas se hizo perdonar. Por hablar de la paz, a punto estuvo de ser atravesado. Calló a tiempo. Siempre a tiempo. Siempre rehabilitado.
Hombre práctico, sin duda, Musonio fue filósofo: un filósofo práctico. Su vida lo demuestra.
Estoico, ignoró casi la física, dedicó escaso espacio a la lógica, se centró en la ética. Tuvo muchos discípulos, que incluso a Gíaros acudieron a oírle. Fue maestro de Epicteto. Una veintena de fragmentos doxográficos, notas probables de sus conversaciones, y otros cuantos menores de dichos memorables, recuerdan este magisterio. Los conserva principalmente a Estobeo, a partir de un escrito original de un mal conocido Lucio o Licio.
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De la filosofía de Musonio, destaca, en primer lugar, su retórica anticontemplativa. La filosofía es el saber para la vida, piensa Musonio. Dedicarse a los discursos filosóficos no tiene más razón que las obras y el conducir el hombre a la sensatez, esto es, a ponerle por encima de la avaricia, enseñarle a amar la sencillez, a rehuir el lujo, acostumbrarle a tener respeto, a dominar la lengua, a procurarle el orden, la conveniencia y el decoro.
En segundo lugar, es notable su feminismo, mucho más acentuado que en ningún otro docto pensador antiguo. En defensa de la igualdad, Musonio escribe que el raciocinio lo han recibido de los dioses las mujeres y los hombres. Y también los mismos sentidos y las mismas partes del cuerpo. Han de filosofar sin diferencia, es decir, buscar e investigar cómo vivir mejor. Y han de tener, por tanto, educación común, que no es correcta sin la filosofía. Tampoco el valor le corresponde únicamente al hombre. Ni siquiera la lucha con armas. Una amazona y una mujer sólo se distinguen por el entrenamiento. Las tareas humanas son comunes a hombres y mujeres. Nada es forzosamente exclusivo de ninguno de los sexos. ¿Conviene acaso que los hombres sean buenos y las mujeres no? se pregunta. Las mismas virtudes han de estar presentes en ambos.
En tercer lugar, es relevante su posición antihedonista. Musonio Rufo sostiene que el placer no es un bien, aunque nos invita como si lo fuera. La diferencia está en que todo bien es preferible y algunos placeres no.
Como concesión a su propio tiempo, Musonio defiende la moral matrimonial augustea, la vieja, ya en su tiempo, deontología romana contra los placeres amorosos no matrimoniales o sin fin reproductivo, y contra las uniones de varones con varones (por ser opuestas a la naturaleza). Es una lástima.
En el resto es clásico. La desmesura es el mal en todo y, si ha de evitarse todo mal, ni el trabajo ni la muerte lo son. Lo que conseguimos sin dificultad y alabamos por su uso sencillo y guardamos fácilmente, es mejor. No cabe vivir correctamente el día actual sin planteárselo como el último.
Ser bueno es lo mismo que ser filósofo decía. Y el fin del hacerse bueno no es otro sino el ser feliz. Éste es el núcleo de su filosofía. Con ella se propuso la búsqueda de todo lo adecuado y conveniente. Como ideal de vida, Cayo Musonio Rufo prefería el de los campesinos y el del pastor.
Luis F. Navarro
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