Ahora que vamos a cambiar de piel... (de la identidad del profesorado de filosofía, nuestra identidad).
Como serpientes que crecen, o que se encogen, ahora que, de nuevo vamos a cambiar de piel, ¿qué haremos?
Nos redefinirán los nuevos currículos y las asignaciones de las materias y asignaturas.
Nos redefinirán las apuestas políticas de las distintas comunidades autónomas sobre la composición de la plantilla de los centros y el peso de las plantillas existentes.
Nos redefinirán, ¿por qué no?, nuestras reacciones ante nuestro nuevo entorno educativo: ¿seremos gusanos que se alimenten de podredumbre? ¿o seremos capaces de construirnos una nueva identidad, un nuevo papel, y desarrollar lo que de positivo encontremos en la nueva situación, inventarlo incluso, si es preciso?
Hay cosas que no, pero otras que sí dependen de nosotros y de nuestra actitud, nuestra capacidad de tener ilusiones e ideales, nuestro valor para comenzar algo y no simplemente agarrarnos al cadáver del pasado.
Los sistemas educativos que se han ido sucediendo han traído cambios... Los profesores y profesoras hemos ido viviendo todo esto. Muchos comenzaron en la ley del 56. Yo, como alumno, comencé en la recién estrenada Ley General de Educación de 1970... (la segunda hornada de alumnado de esa ley), y pasé a ser profesor justo a tiempo para verla desaparecer. Fui agregado de bachillerato para el BUP, impartí los programas de Experimentación para la Reforma Educativa, la Anticipación de la LOGSE, los currículos de la LOGSE, los que se derivaron de la Reforma de las Humanidades... presencié el cambio a la LOCE, ahora imparto de nuevo currículos agonizantes que esperan ser sustituidos en breve por los que desarrollan la LOE... Andamos por ahí la mayoría, un poco más, un poco menos, según hayamos tenido una edad u otra, una trayectoria u otra, una historia laboral u otra...
Tantos cambios de sistema en los últimos años dejan claro que ya no vamos a tener una realidad estable. Que la sociedad ha cambiado, la referencia del sistema educativo cambia rápido, que esto va a seguir cambiando y hay que saber moverse en este cambio permanente y asumir papeles, hacerlos propios, dotarlos de sentido, antes de que se nos mueran entre los dedos y las tareas y tengamos que asumir nuevas variantes...
Y si esto es verdad del profesorado en general... ¿no lo es acaso más del profesorado de filosofía? Tal vez ahora tengamos que afrontar la decisión de si somos el nuevo comodín para impartir nuevas asignaturas según criterios del sistema o somos el espíritu crítico (eso de que tanto presumimos) que puede teñir de filosofía cualquier encargo puntual: sea la Ética del BUP, la Educación para la Convivencia de la Reforma, la Vida Moral y la Reflexión Ética de la LOGSE, la Ética de la Reforma de las Humanidades y la LOCE, o la Educación para la Ciudadanía, la Educación ético-cívica y la Filosofía y Ciudadanía de la LOE...
4 comentarios
Profe Portillo -
"Nuestro problema" no es sólo nuestro problema. Es la cuestión de qué van a recibir las personas a las que les impartamos lo que sea que impartamos, ¿qué tareas?, ¿qué habilidades?, ¿qué estrategias?, ¿qué modelos de pensamiento y actitud?
La pregunta no es qué nos van a dar, sino qué vamos a hacer con lo que nos den.
¿Comenzaremos a trabajar desde nuestros planteamientos o taparemos con las lágrimas de nuestro llanto (¡qué mal nos han dejado!) nuestra poca disposición a adaptarnos a una nueva situación?
Convertir la nueva situación en un reto interesante y desarrollar estrategias didácticas y filosóficas para la misma, me temo, es cosa nuestra, nadie nos lo va a dar en bandeja legal.
Gabriel -
Profe Portillo -
Luis -
Por otra parte, no creo que los cambios en la legislación tengan todos que ver con los cambios sociales. Más bien creo que apenas tienen que ver con eso, sino con cambios puntuales de errática política educativa.