No neguéis culto a los dioses de la ciudad
En el ámbito de la divulgación científica, no hay nada más exitoso que una explicación evolucionista. No tengo que poneros por delante ninguno de los éxitos editoriales recientes en nuestro país: pueden contemplarse aún en los escaparates.
Pero, ¿de veras es tan difícil proponer una explicación evolucionista de una conducta cualquiera? En absoluto, no es muy difícil.
Por ejemplo, ¿por qué los jóvenes tapan ahora sus nucas, en lugar de la frente, con la visera de sus gorras? El filósofo inglés Julian Baggini (El cerdo que quería ser jamón) es capaz de explicarlo con mucha ironía: es una señal que el macho transmite a la hembra, una señal de fuerza bruta, pues la visera hacia atrás permite desafiar la radiación solar al mismo tiempo que la mirada de los competidores agresivos. En efecto, el macho joven demuestra así ser lo bastante duro como para enfrentarse a los elementos y a sus posibles enemigos.
¿Alguno de vosotros es capaz de distinguir ésta de una auténtica explicación? ¿No observáis la petición de principio, el compromiso teórico previo? ¿No sois conscientes de la especulación, de la falta de una auténtica prueba? Lo que podría ser cierto, con la misma facilidad podría ser falso.
De entrada, si la conducta es un hecho, eso mismo refleja su adaptabilidad. Claro que aquí topamos con un círculo vicioso:
-¿Qué es lo que sobrevive?
-Lo que está bien adaptado.
-¿Y qué está bien adaptado?
-Lo que sobrevive.
Karl Popper consideraba no contrastables (y, por tanto, metafísicas) este tipo de explicaciones a posteriori, explicaciones no predictivas y que pueden aplicarse por doquier.
Pero, en fin, si estáis enamorados y queréis entenderos a la moda, pensad simplemente que eso os ayuda a sobrevivir. No os atreváis a poner en cuestión que somos producto de nuestra historia animal, no neguéis culto a los dioses de la ciudad, pues tenemos de ello muy mala experiencia.
Luis Fernández Navarro
2 comentarios
Rizo -
Extraído de http://www.moebio.uchile.cl/22/blanco.htm
Gabriel -